En el
primer post sobre este tema ofrecí algunos datos sobre la deuda del GDF que tenían como objetivo hacer algunas precisiones sobre la información que había manejado el Gobierno Federal sobre este asunto. Al final de ese post, mencioné que posteriormente hablaría de los dos errores que, en mi opinión, estaba cometiendo Marcelo Ebrard con el asunto de la deuda: uno político y uno financiero.
El tema político es más o menos obvio y ya alguien lo ha señalado en
los comentarios al primer post: efectivamente, al poner en el centro de la discusión el tema de la deuda y señalar la aparente urgencia del refinanciamiento, Ebrard le dio armas a áquellos que durante mucho tiempo habían criticado el tema del aparentemente excesivo endeudamiento del GDF y le dió al gobierno de Felipe Calderón la oportunidad de señalar lo que a juicio de muchos caracteriza a la deuda del GDF (aunque no necesariamente sea cierto, cómo se menciona en
esta presentación): la falta de transparencia sobre el manejo de los recursos, el aparente uso inadecuado o ineficiente de los mismos y el tamaño del endeudamiento de la ciudad. No sorprendentemente, estos temas fueron precisamente los que enfatizó
Hacienda en su comunicado. Por esa razón, y basándome en
la forma en la que se difundió la noticia del acuerdo entre SHCP y GDF, en donde se planteó en algunos casos la claudicación del GDF ante las condiciones de Hacienda, creo que Marcelo y el GDF perdieron esta discusión al menos en una parte de la opinión pública.
Sin embargo, más allá de lo anterior, en donde sin duda puede haber diferentes lecturas de lo acontecido, está el tema estrictamente técnico y financiero, en dónde muchos creen que el refinanciamiento de la deuda del GDF es excelente desde el punto de vista técnico y que redundará en un importante ahorro para la ciudad. Por ejemplo, hace rato estaba viendo el programa "Tercer Grado" (llamado así, según un amigo porque, con excepción de Denisse Maerker, ese es el grado máximo de primaria que cursaron los que participan allí) y todos los participantes de la mesa de discusión asumían la excelencia técnica de la renegociación y hablaban de lo importante que iban a ser los ahorros para el gobierno de la ciudad y el beneficio que ello acarrería a los habitantes del DF. Sin embargo, algo que debe quedar claro de este refinanciamiento es que los supuestos ahorros no existen (o no, al menos, de la magnitud que se han mencionado) y es por eso que creo que en este asunto Ebrard està cometiendo un error de tipo financiero. Veamos.
¿De dónde pueden salir los ahorros de un proceso de refinanciamiento de una deuda? Sólo hay dos factores posibles: del capital o de los intereses. Dado que no se trató de un proceso donde hubiera quitas de capital o condonación de deuda (a diferencia de lo que si hicieron algunos países de Amèrica Latina cuando renegociaron sus deudas a fines de los ochentas y principios de los noventas), el ahorro sólo puede provenir de los intereses.
Ahora, cuando se reestructura una deuda, puede hacerse de varias maneras: por ejemplo, se puede cambiar una deuda que se tiene con un acreedor que cobra una tasa de interés alta a la de otro acreedor con un tasa de interés más baja sin modificar el plazo de la deuda. En este caso es claro que sí habría un ahorro, el cual si se podría destinar a otras actividades. Aquí, por ejemplo, el ahorro periodo a periodo sería el diferencial de tasas de interés por el monto del capital insoluto (por ejemplo, si me cambio a una tasa de interés que me cobra 1 punto porcentual menos y debo 1,000 pesos, entonces periodo a periodo me estaré ahorrando 10 pesos: 1% * $1,000). Este tipo de arreglo fue el que hizo el GDF a principios de la administración de AMLO cuando sustituyó deuda cara que se tenía con Banobras por una deuda más barata con la banca comercial. Aquí, en este caso, si hubo un ahorro cuantificable periodo a periodo y que, insisto, se mide como lo que se dejó de pagar al cambiar a un acreedor que cobra tasas de interés menores.
Sin embargo, cuando se reestructura una deuda de un plazo corto a un plazo más largo, es probable que ahora se paguen intereses con una sobretasa menor pero, en contraparte, ahora el pago de intereses se deberá hacer por un periodo más largo. Así pues, los ahorros dependerán crucialmente de dos cosas: de cómo evolucione la economía en el largo plazo (si hubiera una crisis, por ejemplo, se pagarían más intereses en el futuro) y dos, de cómo se perciben los pagos del futuro en términos del presente, es decir, con qué tasa de descuento estoy valorando los recursos futuros en este momento. Asì pues, se trata de ahorros que pueden o no ocurrir y que, además, dependen de algunos supuestos que yo haga. En última instancia, aun si esos supuestos se materializaran, el ahorro sólo existe como un ahorro en términos de valor presente, es decir, es el valor que se le da hoy a algo que ocurrirá en el futuro. Y eso, obviamente, no es algo de lo que se disponga ahora o no es algo que se pueda presupuestar en el periodo corriente y, mucho menos, es algo que uno se pueda gastar en el presente. Si el ahorro de los 1,500 millones de pesos de los que tanto ha hablado Ebrard es el valor presente de los ahorros futuros pues, lo siento mucho, pero esos no se los podrá gastar el Jefe de Gobierno ni en el Metro ni en ningún otro proyecto, por muy loable que este sea..
Ahora, esta que acabo de mencionar es una posible interpretación de dònde podrían provenir los
1,500 millones de pesos de ahorro anuales (!) de los que ha hablado Ebrard (y, de hecho, es la ùnica fuente que realmente podría ser viable y que, como ya se mencionó, aun ese ahorro es hipotético y sujeto a ciertas contingencias). Hay, sin embargo, otra posible interpretación de cuál podría ser la fuente de los famosos 1,500 millones de pesos de ahorro. Segùn se desprende de las diferentes versiones que ha dado el GDF sobre el refinanciemiento, una parte de los supuestos ahorros podrìa provenir de la reducción en las amortizaciones de capital que se tendrìan que hacer en los pròximos años. Sin embargo, si esa es la interpretación que ellos tienen de un ahorro, entonces estamos hablando de un equívoco mayúsculo. Para empezar, no sería un ahorro, ya que el capital habría que pagarlo tarde o temprano. En segundo lugar, esta interpretación no estaría tomando en cuenta que lo que aprueba el Congreso de la Nación al GDF es un
endeudamiento en términos netos, no brutos. Es decir, el monto que se puede endeudar el GDF es equivalente a lo que tiene que pagar de amortizaciones màs el monto autorizado del techo de endeudamiento. En ese sentido, si ahora se tienen que pagar menos amortizaciones de capital, entonces se puede adquirir menos deuda que antes, no la misma y, por esa razòn, es que en realidad no habrìa ahorros ni recursos adicionales disponibles.
Veamos un ejemplo: si en un año yo tengo que pagar 4 mil millones de capital y el Congreso me autorizó 1,500 millones de endeudamiento neto, eso quiere decir que en ese año yo puedo adquirir deuda nueva hasta por 5,500 millones de pesos. Los primeros 4 mil millones servirían para reponer la disminuciòn de deuda que habrìa ocurrido por el pago del capital y los restantes 1,500 millones corresponderían al endeudamiento neto aprobado. Asì, la deuda total habrìa subdo en los 1,500 millones aprobados. Si ahora, despuès de un proceso de refinanciamiento yo tengo que pagar, digamos, sólo 1,000 millones de pesos en amortizaciones de capital (en lugar de los 4,000 millones de antes), entonces ahora yo me podré endeudar en este año en tan sólo 2,500 millones de pesos (1,000 millones serán para regresar al nivel de deuda anterior y los 1,500 millones restantes, serán el monto de endeudamiento que habrìa sido autorizado). Así, uno puede preguntarse: ¿se liberaron recursos adicionales por la reducción en las amortizaciones? No. ¿Dispuso el gobierno de màs recursos que antes? No. En tèrminos netos, no fue así. En ambos casos, el gobierno solo dispone de los 1,500 millones de pesos de deuda adicionales, sin importar de cuanto hayan sido las amortizaciones de capital. Asì pues, si el gobierno de Marcelo Ebrard está contando con la posibilidad de gastarse el dinero de las amortizaciones de capital que no harà en los próximos años como resultado del refinanciamiento, está simplemente equivocado. O se lo chamaquearon a él, o a su Secretario de Finanzas o a ambos.
Así pues, que quede claro que con el refinancimiento no hay, no hubo, y puede ser que no habrá, ningún ahorro verdadero. El gran ganador de todo esto: el encargado de la operación de refinanciamiento: Pedro Aspe, a través de su empresa Protego, quién se hará de varios millones basados en supuestos ahorros y por la asesoría financiera brindada. De hecho, ya el pasado viernes el periódico
El Centro había publicado en primera plana que Aspe ya le había cobrado al GDF, aparte de sus
$100,000 mensuales que se informó que se le pagarían, 1 millòn de pesos más por el estudio para el refinanciamiento de la deuda y 1.5 millones de pesos más por la calificaciòn positiva de Fitch Ratings. Ahora, que quede bien claro, Pedro Aspe no tiene ninguna culpa de todo esto. El ahora es un empresario y, como tal, busca maximizar sus ganancias. En realidad, la culpa es del que lo hizo compadre (o socio!).
PD: Para aquellos que creen que Protego si sabe cómo hacer las cosas y que por eso iba a lograr mejores condiciones que la gente que antes se encargaba de estos asuntos en el GDF, sólo les doy un dato: la tasa mínima a la que se va a realizar el refinanciamiento propuesto ahora es de TIIE (tasa de interés interbancaria de equilibrio) + 0.35 puntos porcentuales. ¿A qué tasa se venía financiando el GDF? Pues en algunos casos, por ejemplo, en 2002, el gobierno se llegó a financiar a TIIE + 0.29 ó 0.30 puntos porcentuales y, en otros, a TIIE más 0.32. Entonces, ¿cuáles mejores condiciones?