a) Una buena explicación de que fue lo que se hizo con los ingresos petroleros entre 2003 y 2006 (varios puntos porcentuales del PIB e incluso superiores a lo que se planea obtener con las nuevas medidas tributarias).
b) Una verdadera propuesta de austeridad y recorte en gastos superfluos.
c) Una propuesta concreta sobre cuáles serían las prioridades de gasto en caso de obtener mayores ingresos.
d) Un compromiso explícito de mejorar la eficiencia recaudatoria y de combatir la evasión fiscal (incluyendo metas cuantitativas) por parte del SAT.
En ausencia de estos elementos, una propuesta de Reforma Fiscal de corte esencialmente recaudatorio que no garantice un buen uso de los recursos adicionales, simplemente consistirá en una propuesta que busca alimentar y expandir un de por sí excesivo e ineficiente aparato burocrático.
2) La propuesta de la Contribución Empresarial de Tasa Única (CETU) está bien orientada en el sentido de que reconoce que una parte importante de la baja recaudación en México se debe a la evasión y elusión por parte de las empresas. Un problema con esta propuesta, sin embargo, es que al tener una tasa única y ser un impuesto de control que debe compararse contra el Impuesto sobre la Renta de las empresas, su efecto marginal será mucho más fuerte sobre las empresas pequeñas y medianas. En ese sentido, este impuesto tendrá en el margen un claro efecto regresivo.
Otro problema con este impuesto es que su diseño parece querer alcanzar dos objetivos a la vez: por un lado, pretende ampliar la base gravable al representar un gravamen que tendrían que pagar incluso las empresas que hoy en día se benefician de regímenes de excepción (lo cual está bien) pero, por otra parte, al mismo tiempo la tasa parece ser lo suficientemente alta como para representar una mayor contribuciòn de las empresas pequeñas y medianas que ya cumplían con sus obligaciones fiscales. Este segundo aspecto podría terminan contrarrestando (ya que al hacer más oneroso para una empresa el cumplir con sus obligaciones fiscales, podrìa incentivar la evasión de estas empresas) cualquier efecto positivo que pudiera derivarse del primer efecto mencionado.
Otro problema con este impuesto es que su diseño parece querer alcanzar dos objetivos a la vez: por un lado, pretende ampliar la base gravable al representar un gravamen que tendrían que pagar incluso las empresas que hoy en día se benefician de regímenes de excepción (lo cual está bien) pero, por otra parte, al mismo tiempo la tasa parece ser lo suficientemente alta como para representar una mayor contribuciòn de las empresas pequeñas y medianas que ya cumplían con sus obligaciones fiscales. Este segundo aspecto podría terminan contrarrestando (ya que al hacer más oneroso para una empresa el cumplir con sus obligaciones fiscales, podrìa incentivar la evasión de estas empresas) cualquier efecto positivo que pudiera derivarse del primer efecto mencionado.
3) La propuesta del impuesto contra la informalidad es simplemente una ocurrencia de úlimo minuto que seguramente introdujo la Secretaría de Hacienda como un elemento para la negociación con el Congreso. No creo que nadie en la SHCP realmente crea que una propuesta como esta pueda funcionar, ya que es obvio que su implementación generaría comportamientos estratégicos por parte de un sector de la población para evitar el impuesto, además de que daría lugar a la desbancarización de un cierto segmento de la economía sin que ello se traduzca eventuamente en una recaudación importante.
4) La propuesta de permitir que los Gobierno estatales apliquen nuevos impuestos a bienes como la cerveza y la gasolina tampoco parece estar muy bien diseñada. Si bien la idea no es mala, es poco probable que los gobiernos estatales realmente ejerzan esta potestad tributaria en ausencia de una coordinación nacional que les permita reducir los costos políticos de implementar este tipo de tributaciones locales. Ya en el pasado algunos ejercicios similares se han topado con este problema y no veo porque tendría que ser diferente en este caso.
Además, la propuesta de Hacienda dice que los gobiernos deberán transferir "al menos" el 20% de lo recaudado a los municipios por estos nuevos conceptos. Creo que si de por si es poco probable que un gobierno estatal se atreva a incurrir en el costo político de aplicar un nuevo impuesto, con mucha menor razón lo hará si además debe compartir sus ingresos en este caso con los municipios.
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En resumen, me parece que esta propuesta es, como ya lo mencionó alguien por ahí, una propuesta políticamente correcta que trató de respetar demasiadas restricciones: por un lado, es claro que se evitó mencionar el tema del IVA para evitar problemas con las otras dos grandes fuerzas poíticas que de alguna manera ya habían anticipado su rechazo a una propuesta de esa naturaleza pero, por el otro, también se respetó a los grandes empresarios y no se atrevió a tocárseles directamente mediante un impuesto alternativo que mantuviera o acentuara la progresividad tributaria, ni tampoco se optó por aplicar un impuesto a las ganancias de capital ni se mantuvo la propuesta que se había discutido de aplicar un impuesto a la herencia, los cuales son algunos de los mecanismos existentes en muchas economías desarrolladas que se utilizan como una forma de atenuar las enormes desigualdades en el ingreso.
En ese sentido creo que efectivamente estamos hablando de una reforma fiscal chiquita que, desafortunadamente, perjudicará a una de por sí muy golpeada pequeña y mediana empresa y que, por lo demás, no garantiza en forma alguna que los recursos adicionales que obtenga el gobierno serán bien utilizados. En ese sentido, creo que es una reforma que, en caso de aprobarse, será de bajo impacto agregado pero con un cierto costo distributivo que no necesariamente será compensado con una mejor utilización de los recursos adicionales.
Si yo fuera diputado no votaría a favor de esta propuesta, no tanto porque esté mal en sí misma sino porque no es ni con mucho la reforma fiscal que necesita el país. Por eso, en lugar de ponerle un parche más al sistema fiscal que tenemos es necesario sentarse a discutir cuáles son los componentes necesarios de una verdadera reforma fiscal y cuáles deben ser los compromisos que debe asumir el gobierno en cuanto al uso y destino de los recursos adicionales.
4) La propuesta de permitir que los Gobierno estatales apliquen nuevos impuestos a bienes como la cerveza y la gasolina tampoco parece estar muy bien diseñada. Si bien la idea no es mala, es poco probable que los gobiernos estatales realmente ejerzan esta potestad tributaria en ausencia de una coordinación nacional que les permita reducir los costos políticos de implementar este tipo de tributaciones locales. Ya en el pasado algunos ejercicios similares se han topado con este problema y no veo porque tendría que ser diferente en este caso.
Además, la propuesta de Hacienda dice que los gobiernos deberán transferir "al menos" el 20% de lo recaudado a los municipios por estos nuevos conceptos. Creo que si de por si es poco probable que un gobierno estatal se atreva a incurrir en el costo político de aplicar un nuevo impuesto, con mucha menor razón lo hará si además debe compartir sus ingresos en este caso con los municipios.
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En resumen, me parece que esta propuesta es, como ya lo mencionó alguien por ahí, una propuesta políticamente correcta que trató de respetar demasiadas restricciones: por un lado, es claro que se evitó mencionar el tema del IVA para evitar problemas con las otras dos grandes fuerzas poíticas que de alguna manera ya habían anticipado su rechazo a una propuesta de esa naturaleza pero, por el otro, también se respetó a los grandes empresarios y no se atrevió a tocárseles directamente mediante un impuesto alternativo que mantuviera o acentuara la progresividad tributaria, ni tampoco se optó por aplicar un impuesto a las ganancias de capital ni se mantuvo la propuesta que se había discutido de aplicar un impuesto a la herencia, los cuales son algunos de los mecanismos existentes en muchas economías desarrolladas que se utilizan como una forma de atenuar las enormes desigualdades en el ingreso.
En ese sentido creo que efectivamente estamos hablando de una reforma fiscal chiquita que, desafortunadamente, perjudicará a una de por sí muy golpeada pequeña y mediana empresa y que, por lo demás, no garantiza en forma alguna que los recursos adicionales que obtenga el gobierno serán bien utilizados. En ese sentido, creo que es una reforma que, en caso de aprobarse, será de bajo impacto agregado pero con un cierto costo distributivo que no necesariamente será compensado con una mejor utilización de los recursos adicionales.
Si yo fuera diputado no votaría a favor de esta propuesta, no tanto porque esté mal en sí misma sino porque no es ni con mucho la reforma fiscal que necesita el país. Por eso, en lugar de ponerle un parche más al sistema fiscal que tenemos es necesario sentarse a discutir cuáles son los componentes necesarios de una verdadera reforma fiscal y cuáles deben ser los compromisos que debe asumir el gobierno en cuanto al uso y destino de los recursos adicionales.
3 comments:
Estimado GE,
Gracias por tus puntuales comentarios. Creo que tienes toda la razon en lo que respecta a la eficiencia del gasto. Me gustaria recordarte lo que paso en Estados Unidos en la decada de los 90s con Clinton. En 1990 se paso el "Budget Enforcement Act" que consistia basicamente en que cualquier aumento o disminucion de impuestos tenia que ser contrarrestado con aumentos o disminuciones en gastos especificos, lo que se le conocio como el PAYGO system. Janet Yellen y Alan Blinder reconocen que este fue uno de los pilares del crecimiento para lo que ellos llaman en su libro "The Fabulous Decade." Creo que en Mexico es necesario politicas similares.
Estoy tambien de acuerdo con lo comentado del impuesto a la informalidad y con lo que respecta a los impuestos a las herencias.
Sin embargo, en el lado positivo de la reforma, creo que en Mexico hay demasiada inequidad horizontal en el pago de impuestos. Creo que la reforma si bien no es una panacea, si al menos va en la direccion adecuada para disminuir esta inequidad (falta ver, como bien dices, si la reforma no afecta mas la eficiencia que la equidad, pero al fin y al cabo ese sera el trade-off eterno).
Saludos, y veremos que sucede con la propuesta,
Ray
a) los bolsillos de [inserte político o lider sindical aquí]
b) ¿y que se queden si caviar y cognar y viajes en primera clase?
c) rescate bancario
d) para mucho que sirven los compromisos en este país...
Muchas gracias por la claridad de los comentarios.
Recuerdo que en alguna ocasión nos comentaste que una de las ventajas de Carstens en comparación con Gil Díaz es que el primero conocía muy bien el área de gasto y no sólo de ingresos como Gil Díaz. ¿Crees que, a pesar de que en esta reforma no propuso "una verdadera propuesta de austeridad y recorte en gastos superfluos" y "una propuesta concreta sobre cuáles serían las prioridades de gasto en caso de obtener mayores ingresos", prefiera implementar cambios en ese sentido dentro de Hacienda, para evitar el embrollo del proceso legislativo? Aunque, tal vez tenga que preguntarte primero ¿sería posible llevar acabo cambios importantes en materia de gasto sin tener que pasar por el proceso legislativo?
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