Días antes de ser presentado como responsable del área económica del equipo de transición del Presidente Electo, unos reporteros le preguntaron a Agustín Carstens sobre cuál debería ser el perfil del próximo Secretario de Hacienda.
Su respuesta fue: "Los buenos Secretarios [de Hacienda que ha tenido México] han sido altos y flacos…". Al decir esto, Agustín Carstens no sólo rendía un reconocimiento a la labor del actual Secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz (y, de paso, a la del otro Secretario de Hacienda reciente con dichas características, Antonio Ortiz Mena, quien fuera Secretario durante el periodo conocido como el del “desarrollo estabilizador”) sino que, además, hacía patente la diferencia más obvia que podía existir entre el y quién seguramente será su antecesor en el puesto de Secretario de Hacienda. Sin embargo, las diferencias entre ambos personajes no se limitan a la talla o la estatura. De hecho, las diferencias en sus trayectorias, su desempeño, su personalidad y en algunas de sus decisiones personales son tantas, que uno pensaría que Carstens y Gil Díaz podrían ser personajes opuestos. He aquí algunos breves ejemplos de algunas de sus diferencias:
Es bien conocido que tanto Gil Díaz como Carstens se recibieron como Doctores en Economía en la muy prestigiada Universidad de Chicago. Sin embargo, su trayectoria en esa institución no podía ser más diferente. Mientras que Gil Díaz es,
de acuerdo a su ex - Profesor Larry Sjastaad, uno de los estudiantes de Doctorado en Economía en Chicago que más tiempo le ha tomado obtener el grado (le tomó 15 años recibirse, "I think Paco holds the record for the longest time taken to complete an econ Ph.D."), Agustín Carstens ha sido uno de los estudiantes que ha obtenido el grado más rápidamente en la historia de Chicago, ya que le tomó tan sólo 3 años terminarlo, cuando la mayoría de los estudiantes lo terminan en 4 o 5 años. Por si eso fuera poco, sus áreas de especialización fueron completamente diferentes: así, mientras que Gil se especializó en temas fiscales (su tesis se tituló “
Three Essays on Taxation”), Agustín se especializó en temas monetarios, cambiarios y financieros (su tesis se tituló “
A Study on the Mexico Peso Forward Exchange Market”).
Otra diferencia más o menos obvia entre Gil y Carstens se refiere a su personalidad, su carácter y su carisma. Así, mientras que Gil es sumamente serio en público, con una oratoria monótona y aburrida, que se caracteriza por tener un carisma prácticamente nulo (aunque la gente que lo conoce un poco más asegura que es muy diferente en el ámbito privado), y que suele ser demasiado franco y duro en sus discusiones (
según otro ex profesor suyo, Arnold Harberger: “If he has excesses it’s been on the side of lack of tact and diplomacy”), Agustín es todo lo contrario: basta verlo y conversar un poco con él como para sentir una cierta empatía; su sonrisa de niño, sus gestos, su naturalidad al hablar (sin pontificar y sin tratar de demostrar que es más inteligente que uno, aunque lo sea), así como su bonhomía natural, lo hacen una persona sumamente agradable y simpática. Estas diferencias de carácter y personalidad sin duda se han reflejado en su desempeño público. Así, por ejemplo, es posible que ello explique el rotundo fracaso de Gil Díaz en sus negociaciones con el Congreso en lo relativo a la Reforma Fiscal, y el éxito y la capacidad de negociación que se le atribuyen a Agustín Carstens en su relación con el Congreso cuando fuera Subsecretario de Hacienda.
Otra diferencia importante entre ambos economistas es que a Gil Díaz le gusta enfatizar y promover la idea de que es un “self-made man”, mencionando con regularidad que su padre era un pescador en Sinaloa, que era de una “clase media fregadona” y que quedó huérfano a una temprana edad (aunque por lo regular omite mencionar que a raíz de la muerte de su padre llegó a vivir a la ciudad de México a casa de su abuelo, Don Alfonso Díaz Garza, quien fuera Presidente de la Asociación Mexicana de Bancos en 1949-50 y 1953-54, y Presidente del Banco Internacional, uno de las instituciones financieras más importantes en México e importante accionista del Banco de México). Por su parte, Agustín Casrtens no niega que ha tenido suerte en su vida. No menciona, pero tampoco desmiente, que siempre tuvo una excelente relación con Miguel Mancera (quién,
según Jonathan Heath, lo cargaba desde que era niño). Agustín sabe y reconoce que esa relación pudo haberle ayudado a avanzar en su carrera profesional en una institución como Banco de México que, por otra parte, tiende a ser bastante conservadora no sólo en sus políticas públicas sino incluso en lo que a movilidad laboral se refiere. De hecho, Agustín Carstens, quizá por su misma personalidad, siempre ha encontrado quien lo apoye en las diversas etapas de su trayectoria académica y profesional, ya sea Miguel Mancera en el Banco de México, el mismo Paco Gil en Banxico y Hacienda o Michael Mussa (su asesor de tesis doctoral), Anne Krueger y Rodrigo de Rato en el IMF.
Las diferencias entre ambos personajes se perciben incluso en sus decisiones más personales. Así, mientras que Paco Gil se casó con una persona de corte más bien tradicional, Margarita White, quien daba clases de modelaje y cocina mientras la pareja vivía en Chicago, y que hasta hace poco dirigía una cadena de clínicas de belleza en la ciudad de México; Agustín Carstens se casó con Catherine Mansell, una economista norteamericana que estudiaba la Maestría en Economía en la Universidad de Chicago y que, al llegar a México, pronto se hiciera muy popular no sólo como una excelente profesora de economía en el ITAM sino que además publicó dos libros sobre economía que se convirtieron rápidamente en best-sellers:
Las Nuevas Finanzas en México y
Las Finanzas Populares en México. Además, recientemente la esposa de Agustín ha dado un giro en su carrera y ha iniciado una nueva faceta literaria (en donde escribe bajo el nombre de C. M. Mayo, aquí pueden ver su
página web y aquí su
blog sobre literatura) en la que también ya ha alcanzado múltiples honores y reconocimientos, y en la cual, entre otras cosas, se encarga de traducir y difundir a escritores mexicanos en el mercado de habla inglesa.
Finalmente, estos personajes no sólo difieren en sus trayectorias académicas sino también en temas más mundanos como en sus preferencias musicales y en sus pasatiempos favoritos. Así, mientras que Gil Díaz
dice ser un admirador de la música clásica, en particular de la de Beethoven y Mozart (aunque en
otra entrevista dijo no poder nombrar nada en particular que le gustara de ese tipo de música: "I know I like classical music, but I can't name anything I like"), a
Agustín Carstens le gusta el jazz (
Muddy Waters), el blues (
Big Time Sarah) y el heavy metal (no jokes, please!). En cuanto a actividades deportivas y al uso de su tiempo libre, mientras que a Paco Gil le gusta hacer ciclismo de montaña, esquiar y hacer
windsurfing (además de que antes jugaba tenis y corría medios maratones), a Agustín Carstens no lo podemos imaginar en muchas actividades deportivas, a pesar de que él insista en que de niño hacía mucho deporte (“Fui inquieto, muy deportista…jugaba con pelotas y carritos”) y que diga que era un buen pitcher y primera base en la Liga Olmeca con aspiraciones de beisbolista profesional. Por otra parte, Gil Díaz dice que todos los domingos va a misa (“¿Cómo que si es verdad? Por supuesto” respondió cuando le preguntaron “Va a misa todos los domingos. Es verdad?”), mientras que, por su parte, Agustín dice que los fines de semana trata de pasarla con su esposa, “ir a un museo o algún evento.”
Así pues, Paco Gil y Agustín Carstens parecen ser dos personas muy distintas y, en algún sentido, antitéticas. ¿Serán dos economistas muy distintos? ¿Serán Secretarios de Hacienda muy diferentes? En los próximos posts hablaré de las posibilidades de que esto ocurra. Desafortunadamente para México, no tengo muchas esperanzas de que eso suceda aunque admito que hay algunos ligeros indicios en la personalidad y trayectoria de Agustín Carstens que me llevan a darle el beneficio de la duda. Ya veremos.