Monday, March 10, 2008

Mouriño y el Círculo Rojo (2)

Una vez más, el affair Mouriño ha dominado los temas de los analistas y editorialistas en México. Al igual que la semana pasada, y sin que su autodefensa mediática parezca haber surtido algún efecto (vean aquí la primera parte de su defensa y acá la segunda), la opinión de los analistas sigue siendo bastante crítica con respecto al comportamiento del Secretario de Gobernación:

Rolando Cordera (La Jornada)
(...) el amigo y servidor, exitoso empresario, es designado capitán de campo para la que el gobierno y sus valedores entienden como su batalla definitiva: la apertura del petróleo para la gran empresa internacional, como único camino para descubrir y traer a tierra el tesoro escondido.

El señor Mouriño puede o no tener todo en regla como servidor público y proveedor de Pemex; las que no pasan el menor examen son su destreza pública, su capacidad retórica, su sintaxis radiofónica o televisiva, condimentos indispensables para comunicar masivamente, convencer al posible aliado, desarmar al contrario y persuadir a la ciudadanía, en cualquier política que se precie de moderna, como a pesar de todo es la nuestra.

Ma. Amparo Casar (Reforma)

En la exhibición de escándalos, la política mexicana no es diferente. (...) Ahora lo ha vuelto a hacer el PRD y con gran efectividad al exhibir los contratos entre Pemex y la empresa Ivancar propiedad de la familia Mouriño. Al hacerlo logró al menos tres propósitos: alejar la atención pública de las deplorables agresiones que a manos de los seguidores de AMLO sufrieron los líderes parlamentarios del PRD y sobre las divisiones internas del partido proveyendo un motivo de unidad; alimentar el discurso que insiste en hacer del gobierno de Calderón un gobierno no sólo espurio sino dispuesto a la corrupción; debilitar no sólo a quien sería el operador de la reforma energética sino la reforma misma.

Jesús Silva-Herzog (Reforma)

Felipe Calderón cambió la pieza política central de su equipo para tener un instrumento eficaz y, sobre todo, confiable. Hoy esa pieza es más una fuente de problemas que un remedio. La Secretaría de Gobernación ha dejado de ser un puente ancho que conecta la Presidencia con la enredada política nacional, que le permite entablar comunicación y sellar convenios. Es el mejor emblema de su aislamiento: un Presidente cercado por un diminuto anillo de amigos. El gabinete de Calderón no es una colección de talentos ni una alianza de fuerzas representativas. Tampoco es una carta de partido. Es un club unido por el sublime mérito del afecto presidencial. Hace muchos años que México no veía tan ostentosa declaración de amiguismo. El hecho es que esa creciente cerrazón parece ser fuente de incapacidad. Calderón ha metido la pata y parece obstinarse en su traspié. Prefiere la satisfacción de su metida de pata a reconocer el éxito de quienes le meten el pie.

Jorge Zepeda Patterson (El Universal)
El Presidente se ha quedado solo. Un general rodeado de soldados pero sin cuadros ni líderes para conducirlos a la batalla. Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación, seguramente logrará sobrevivir al escándalo de esta semana, pero su capacidad para arbitrar a las fuerzas políticas del país y hacerse útil al Presidente ha quedado seriamente dañada. (...)

El resultado es que Mouriño queda como rehén del PRI. Por lo demás, la línea de argumentación que eligió para defenderse minó aún más las posibilidades de que se convierta en un interlocutor eficaz con las fuerzas de la oposición. “Me atacan porque quieren dañar al país, no quieren que México avance”, fue la explicación que adujo en la entrevista a modo de Joaquín López Dóriga, el jueves pasado. Un secretario de Gobernación que no puede reconocer el derecho de otras fuerzas políticas para tener proyectos distintos de país y que identifica el porvenir de la nación con el hecho de que a él le vaya bien o mal, es y será un muy pobre conciliador entre las legítimas diferencias que anidan en una sociedad que aspira a la democracia.

José Antonio Crespo (Excelsior)
La gran mayoría de analistas y columnistas —de todos signos y posturas— coincidió en que el torpedo dirigido contra Juan Camilo Mouriño fue certero. Pero peor que el golpe en sí, fue la primera reacción que tuvo el secretario de Gobernación la noche misma en que se divulgaron los contratos por él firmados como apoderado legal de su empresa familiar (Camilo-car).Tanto el contenido como la forma de esa defensa fueron terribles. No sólo no abordó el núcleo del problema (la autenticidad de los contratos y su firma) sino que divagó sobre su historia familiar y personal. En lugar del gran operador, el “José Córdoba Montoya” o el “Liébano Sáenz” del gobierno calderonista, apareció un titubeante junior, explicando una cursi epopeya personal y balbuceando una retórica de impresionante heroísmo, materia de sarcasmos e ironías sin fin. Ahí se exhibió su escasa estatura política, su inexperiencia (y la de sus asesores, que lo subieron a la picota de la improvisación).

Denise Dresser (Reforma)
Germán Martínez, el presidente del PAN, dice que "el tema a discusión no son las influencias del señor Juan Camilo Mouriño"; dice que "el asunto no es la participación del secretario de Gobernación en un contrato con Pemex". Pero se equivoca: ése es precisamente el tema, ése es el meollo del asunto al margen de quién lo aireó e independientemente de la reforma que ponga en jaque. México tiene un problema y el escándalo más reciente tan sólo constata su profundidad. La decisión que Mouriño tomó de firmar contratos privados cuando ya era funcionario público. El simple hecho de hacerlo, sin comprender el conflicto de interés que eso entrañaba. La percepción equívoca sobre su propio papel que eso reveló. La conducta común y cotidiana que su desempeño dual evidenció. (...)

Allí donde dice que cualquier funcionario público habrá de excusarse de intervenir en cualquier forma en la atención, tramitación o resolución de asuntos en los que tenga un interés personal, familiar o de negocios, incluyendo aquellos en los que pueda resultar algún beneficio para él o sus parientes consanguíneos. Juan Camilo Mouriño no se excusó y por ello es probable que haya violado la ley.

Si eso es lo que opina el Círculo Rojo, con el Círculo Blanco no le va mejor: según una encuesta de María de las Heras publicada hoy en Milenio, el 85% de los encuestados reprueba el comportamiento del Secretario de Gobernación, el 70% pide su renuncia y más de la mitad cree que el Presidente Calderón estaba al tanto de su situación personal:


Por si eso fuera poco, AMLO acaba de anunciar la existencia de otros 2 contratos de Juan Camilo Mouriño con Pemex y el Senador Carlos Navarrete anuncia que un ex-empleado de las empresas familiares de Mouriño es ahora un alto funcionario en Pemex. Así que la pregunta relevante es: ¿Hasta cuándo lo sostendrá Felipe Calderón? ¿Hasta cuándo se obstinará Calderón, de acuerdo a su percepción, en no ceder ante AMLO y sí ceder ante Manlio Fabio Beltrones? ¿Qué le será más costoso a él y al país?

6 comments:

Anonymous said...

Creo que el problema en que se ha metido Mourinio es muy grande, sin embargo considero que sería muy justo dejarlo operar durante algunos meses en la Secretaría de Gobernación, y más bien evaluar su papel con los hechos contemporaneos, con sus acciones como negociador y gestor de políticas. Por favor, démosle algo de margen de maniobra.
Saludos.

C.

Anonymous said...

Estimado Gerardo,

Tu compilación registra muy bien lo certero del golpe a Mouriño. A éstas alturas, la única razón posible para que el Presidente lo mantenga en el puesto es, precisamente, la de NO CEDER ante AMLO. Calderón llegó al poder con la marca indeleble de la debilidad. Buena parte de sus acciones como presidente han procurado revertir o al menos disimular ese distintivo de origen. Supongo que en la mente del Presidente sería intolerable aceptar que las revelaciones de AMLO le tiren a su secretario de gobernación. Es curiosa la posición en la que el ataque pone a Calderón: si despide a Mouriño, AMLO gana (le mata al delfín); si lo mantiene, AMLO gana también (lo muestra como un intransigente, encubridor de corruptos, etc.). AMLO está de regreso en el lugar en el que más le gusta estar (y para el que tiene, naturalmente, más habilidad).

Por si hay alguien que lo dude, no sobra aclarar: no fui yo quien escribió el comentario de las 7:08
PM.

Saludos,

Carlos (anteriormente conocido como "C.")

Cristhian said...

Estoy de acuerdo con lo que dice el C "legítimo" (El primero) ja ja ja ja... Se me hace que te estan haciendo un complot Carlos (El segundo)...

Mensaje 100% spam...

Anonymous said...

De acuerdo con el C legitimo. Desacuerdo con el C espurio.

Anonymous said...

Estimado C de las 7:08,

Para que dejarlo mas tiempo y darle margen de maniobra? El funcionario public violo la ley y antes eso, segun el discurso derechista, no hay margenes. Se debe actuar conforme al marco de la ley, punto (o al menos eso pregonan siempre)

Hechos contemporaneos? Y hacerse de la vista gorda de su pasado? No, es por eso que tenemos el gobierno que tenemos, nuestro nivel de cinismo es alarmante

Anonymous said...

Esto de Mouriño se está volviendo una pesadilla. La entrega de los contratos a la PGR y al Congreso es muestra de que Calderón no piensa ceder ni un ápice en este asunto y está dispuesto a apoyar a su Secretario en la larga batalla que tendrá que librar frente a AMLO, los partidos y la opinión pública. Sobra decir que aún cuando logre mantenerse en el puesto, lo hará a un precio altísimo para la administración de Calderón y para el país.

Lo peor es que, más allá de la reforma energética o cualquier otro tema en la agenda legislativa que Mouriño debía "impulsar" como Secretario de Gobernación, los problemas más serios parecen venir del desempeño económico de nuestro vecino del norte y de eso ya nadie se está ocupando (al menos por ahora).

Pero la economía no hace "cola" en la agenda política: pronto nos tendremos que dar cuenta de que una recesión en EU de la magnitud que algunos pronostican (http://blogs.wsj.com/economics/2008/03/11/merrill-lynch-recession-to-be-worst-since-1970s/) será peor que cualquier pesadilla Mouriñesca.

JI