Empecemos por el principio: los efectos de la crisis en Estados Unidos ya se han empezado a sentir en México desde hace varios meses. México, al igual que Estados Unidos, se encuentra en una fase importante de desaceleración y esto se puede apreciar en los indicadores de empleo y producción.
En el caso del empleo, es previsible que no habrá crecimiento en los empleos formales en 2008. mientras que en términos del producto llevamos dos trimestres estancados y el tercer trimestre de 2008 parece continuar en esa tendencia. Estos efectos se profundizarán en los próximos meses y los canales más obvios serán a través del comercio (principalmente en el sector manufacturero, en general, y automotriz, en particular) y el turismo, así como a través de las remesas que recibe un segmento importante de la población mexicana.
A lo anterior habrá que agregarle un efecto de presión adicional en el mercado laboral que resultará de una combinación del retorno de migrantes desempleados en Estados Unidos y de la menor salidad de mexicanos ante la escasa perspectiva de encontrar empleo en Estados Unidos. Estos dos factores sin duda se combinarán para generar presiones importantes en el mercado laboral mexicano, por lo que la tasa de desempleo empezará a aumentar a un ritmo aún mayor de lo que ha venido ocurriendo hasta ahora.
Ahora bien, ¿cuál será el efecto de que no se haya aprobado el día de hoy el paquete de rescate y qué se puede esperar en el futuro cercano? Por lo pronto, ya Newt Gingrich anunció en una entrevista televisiva que algunos Congresistas Republicanos quisieran que Paulson renunciara y, de hecho, sugirió la existencia de conflictos de interés en sus decisiones (hay que recordar que Paulson fue Presidente de Goldman Sachs). En general, si no ocurre nada extraordinario en estos días, el Congreso se reunirá nuevamente el miércoles o jueves y podrían volver a discutir el tema o empezar a replantearlo. Mientras tanto, la incertidumbre sobre la economía y el sistema financiero continuará. Los mercados crediticios seguirán apretados, las tasas de interés en los bonos del Tesoro seguirán siendo cercanas a cero y el dólar podría continuar fortaleciéndose frente a otras monedas, incluyendo al peso mexicano. La posición financiera de varias empresas se seguirá deteriorando y es posible que las quiebras o adquisiciones forzadas de algunas empresas financieras continuén en los próximos días (ya se menciona a algunos bancos regionales de EUA como las siguientes fichas en caer).
En cualquier caso, una cosa debe quedar clara: no es el fin del mundo.
Aun si no se hiciera nada en el corto plazo y las quiebras siguieran, esto no necesariamente implicaría una catástrofe como la Gran Depresión con desempleo en niveles de 20 o 30% (aunque si podría llegar a alcanzar los dos dígitos). En ese caso, sin embargo, la recesión seguramente sería más prolongada de lo que de por sí ya se avizora como una de las más largas de las últimas décadas. En este caso, la recesión podría prolongarse como resultado del colapso del sistema financiero y de la ausencia de crédito, pero no se cometerían los errores fiscales y monetarios en los que sí se incurrió durante la Gran Depresión, cuando medidas de política erróneas acentuaron los choques iniciales.
En términos financieros, es cierto que la economía mexicana no tiene los problemas de su contraparte norteamericana. Sin embargo, es un hecho que la contracción global del crédito tendrá efectos similares en México, por lo que es fácil anticipar una contracción del crédito en el país en todas su vertientes (consumo, empresas e hipotecas). Este canal profundizará las tendencias recesivas de la economía y, eventualmente, también tendrá algunos efectos negativos sobre las carteras de los bancos y de otras instituciones financieras, las cuales podrían empezar a enfrentar problemas financieros. De hecho, el aumento en la morosidad de algunos clientes y/o sectores ya ha empezado a debilitar a algunas de las Sofoles y Sofomes mexicanas y se habla de que más de una de éstas ya da muestras de debilidad financiera, por lo que no sería extraño observar relativamente pronto algún tipo de rescate o intervención gubernamental, aunque en mucho menor escala que en Estados Unidos.
En última instancia, los efectos de la crisis en Estados Unidos, posiblemente tendría un impacto mayor en la economía real antes que en el sector financiero del país. Como ya se mencionó antes, un alargamiento de la recesión en Estados Unidos tendría un impacto directo en las perspectivas de crecimiento de México en el mismo horizonte y, en ese sentido, quizá hubiera sido preferible que se lograra un acuerdo lo más pronto posible. Por lo pronto, todos los pronósticos de crecimiento de la economía mexicana para 2008 y 2009 deberán seguir ajustándose a la baja. Así, para 2008 difícilmente creceremos al 1.8% y para 2009 podemos anticipar un crecimiento de alrededor del 1%. En ambos años, la generación de empleo formal será prácticamente nula.
Update: El día de hoy Rogelio Ramírez de la O publicó un artículo en El Universal que coincide plenamente con mi posición.